La Policía Nacional ha imputado a una veintena de personas que se dedicaban a producir en un laboratorio ilegal, licores de cortesía para distribuirlos en 25 restaurantes de España. En la operación se han intervenido unos 2.000 litros.

"Lo que hacían era mezclar directamente en la bañera el alcohol, con los aromas, con los colorantes de manera que generaban orujo, licor crema... La manera en la que se producía el alcohol era en las condiciones más insalubres que podríamos imaginar, no habían ninguna condición de sanidad, de limpieza, ningún control sobre el producto", explica Javier Molinera, Inspector Jefe Cuerpo Nacional de Policía Sección de Consumo, Medio Ambiente y Deporte.

Esta ha sido solo una de las operaciones de la sección de Consumo de la Policía Nacional que se encarga de vigilar lo que comemos y, así, evitar daños a la ciudadanía. Su trabajo comienza con las inspecciones rutinarias de cada comunidad autónoma. Si detectan una anomalía, la policía lo investiga. "Habitualmente el canal legal de distribución se controla por sí mismo. El año pasado, en base a las alertas que tuvimos, no más de diez, al final positivas fueron dos y de ellas salieron 26 detenidos. En lo que va de año hemos tenido una sola alerta y nueve detenidos", comenta Javier Molinera.

Lo más común son cambios en la caducidad de los productos o que intenten vender una cosa por otra. En la Operación internacional contra el fraude de alimentos, la Interpol y Europol retiraron diez mil toneladas de comida y un millón de litros de bebida. En Bélgica, se llegaron a incautar de varios kilos de carne de mono. "La posibilidad de poder consumir un producto diferente de aquel que se te está comunicando en el etiquetado, en España es muy bajo, porque los controles en la cadena son muy férreos", asegura Javier Molinera. Un trabajo gracias al que se garantiza nuestra propia seguridad.