Abraham tiene cuatro años y una sonrisa indestructible. Una alteración genética le ha hecho desarrollar una discapacidad intelectual y no camina como un niño de su edad. "Necesitamos un andador y cuesta 2.500 euros. Estoy peleando por si la Seguridad Social nos concede 1.000", explica Laura, la madre de Abraham.

Mientras espera por su andador, el menor gatea y juega, pero las barreras de movilidad no son las únicas. Las sociales también suponen un problema. "Siempre te encuentras a los típicos que te preguntan. Hay otros que le miran y ves que se van hablando", relata Laura.

Por este motivo, la asociación Plena Inclusión ha lanzado una campaña regalando algo especial: "nada"; un nada que puede significar "todo" en la inclusión social de estas personas.

"No discriminar y no prejuzgar. Utilizar la forma habitual es fundamental para hacer una sociedad más justa e igualitaria y que las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo vivan en plena inclusión", explica el director de 'Plena Inclusión', Enrique Lambán.

Un agradecimiento para todos los anónimos que aparentemente no hacen nada, pero que con su actitud generan un cambio para hacer una sociedad más igualitaria.