Las manos le tiemblan mientras sujeta su móvil, con el que pudo alertar a su familia: aún no se cree que haya sobrevivido a una caída mortal al borde de un precipicio, ni él, ni quienes lo rescatan, que se sorprenden de su equilibrio: "Vamos yo no sé cómo sacó las manos para llamar. Porque era moverse un poco y se hubiera caído 200 metros. Quedó en un sitio que flipas".

El montañero británico de 69 años realizaba una ruta por los Picos de Europa, se desorientó con la niebla, resbaló y quedó atrapado tres horas. Los agentes tuvieron que montar una tienda de campaña y pasar la noche ahí con él, hasta que con la luz pudo llegar el helicóptero.