El reloj de la Puerta del Sol ha marcado el ritmo de muchas nocheviejas, nos ha enseñado a comer o a atragantarnos con las uvas y sus campanadas han provocado muchos gritos de bienvenida a un nuevo año.

Conocer el corazón de esta máquina que cumple 150 años es toda una experiencia. José Rodríguez Losada lo construyó y se lo regaló a la reina Isabel II en 1866. Desde entonces, funciona con cuerda y marca la hora con sus piezas originales.

Jesús López-Terradas, relojero conservador del reloj de la Puerta del Sol explica que, de hecho, "todo excepto las palas y la rueda de escape, que hubo que hacerla nueva, es original".

En la cúpula, la famosa bola que vemos en fin de año. "No es automática ni va con el reloj, es independiente", asegura Jesús. "A las doce en punto del mediodía, desde el observatorio venían y hacían caer la bola", añade.

De marcar el mediodía pasó a marcar el fin de año. Por eso, Jesús y los otros dos relojeros que cuidan la máquina pasan en el reloj cada nochevieja, mientras nosotros, desde casa, vivimos momentos como la confusión de los cuartos con las campanadas de Irma Soriano en 1994.

Chicote, que inauguró las campanadas de laSexta, fue más entusiasta. Sandra Sabatés, por su parte, dejó claro que se pasa frío en el balcón, aunque no todo el mundo parece pensar lo mismo. Los vestidos de Cristina Pedroche no abrigan demasiado, aunque según ella, son sencillos. "Porque realmente es cristal y poco más", aclaraba Carlos Sobera.

Con el cristal de una copa, un poco de champán y el vetusto reloj de la Puerta del Sol, nuestro país volverá a recibir un nuevo año.