Un paisaje repleto de neveras, de muebles y de todo tipo de escombros que no dejan de contaminar este río y este parque natural. Y junto al cauce se encuentra incrustado un poblado chabolista. "Vivimos aquí como si fuéramos cerdos", señala un vecino.

Por ejemplo, Facundo detalla los peligros a los que se enfrentan cuando hay crecidas por la lluvia. Una situación que sufren la mayoría de sus vecinos: "Vienen los de Protección Civil y nos dicen que nos tenemos que ir porque ha crecido el agua". Un miedo que comparte su pequeña, y no sólo a la lluvia, también a las ratas.

De momento, la Comunidad de Madrid ha realojado a 30 familias y se esperan llegar a las 60, aunque una mujer, que lleva allí 16 años, por ahora se queda fuera del reparto. El Ayuntamiento de Móstoles pide que el desmantelamiento sea total.

"Si dejas al 40% de la población sin alternativa habitacional evidentemente esto se va a reproducir. En este sentido, el Ayuntamiento de Móstoles quiere comprometerse, pero la Comunidad no quiere", asegura el teniente de alcalde, Gabriel Ortega.

Además del problema social, está la afección ecológica sobre el río. Un puente marca la frontera entre el parque natural de Guadarrama y el poblado de Las Sabinas.

"Hay gente que puede estar vertiendo pinturas, disolventes, el propio líquido de los frigoríficos y microplásticos que se pueden estar comiendo los animales", explica la ecologista Soledad Pacho. Un espacio natural que, según los ecologistas, además de chatarra sufre todo tipo de vertidos.