Que el británico Big Ben y el madrileño reloj de la Puerta del Sol son hermanos, muy poca gente lo sabe, pero lo que es más desconocido aún es que su padre, el relojero José Rodríguez Losada ni era en realidad relojero ni se llamaba como decía.
Nacido Manuel Rodríguez Conejero era un pastor de León que habría pasado a la historia por perder una ternera de su rebaño con diecisiete años, pero el destino quiso que la suerte le sonriese con su cambio de nombre.
Manuel se puso José, como su difunto hermano y, de apellido, la localidad de la que procedía; pasó a ser así José Rodríguez Losada en el Madrid de 1800, huyendo poco después en una conspiración liberal contra el absolutismo de Fernando VII.
Emigrado a Londres empezó como limpiador en una relojería y se casó después con la viuda del relojero. Con tienda y taller propios en el 105 de Regents Street los británicos le contrataron para terminar el Gran Reloj del palacio de Westminster, porque el relojero encargado del proyecto murió antes de terminarlo.
Nombrado relojero de cámara de la reina Isabel II y cronometrista de la Marina Militar Española, seguía exiliado en Londres, pero en un viaje a Madrid, Losada ve que el reloj del Ministerio de Gobernación no funciona bien y decide fabricar y regalar el que hoy es el reloj más famoso de España.
Quien le iba a decir a ese pastor de León, que se convertiría en uno de los relojeros más famosos de Europa, y que dos de sus hijos predilectos serían, para siempre, símbolos y testigos de excepción del paso del tiempo.