El Papa Francisco ha inaugurado una gran estatua, colocada en la Plaza de San Pedro, que representa a un grupo de migrantes de varias culturas y diferentes períodos históricos.

Lo ha hecho al terminar su homilía con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Asegura que el mundo actual es cada día "más elitista y más cruel con los excluidos", y ha pedido recuperar la humanidad para evitar la discriminación y "no dejar a nadie fuera".

Francisco también ha reivindicado la necesidad de aceptar a los demás, especialmente a los excluidos, con una mención especial a "los forasteros, las viudas y los huérfanos" por ser personas que a menudo "carecen de derechos" y son marginados en las sociedades actuales.

Además, ha recordado que "en el mensaje para esta 105 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el lema se repite como un estribillo: 'No se trata sólo de migrantes'", sino de "todos los habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los refugiados, son víctimas de la cultura del descarte".