A tan solo diez kilómetros de Zaragoza se encuentra el Monasterio de Santa Fe. Construido en el siglo XIV y reedificado en el XVIII, este enclave guarda siglos de historia. Sus muros, ahora derruidos, sobrevivieron a los cañonazos de las tropas napoleónicas en 1808. La huella de esos ataques todavía se puede ver. A las estatuas de la puerta principal les falta la cabeza. Después vino la Desamortización de Mendizábal y a partir de ese momento el deterioro ha sido constante.

"La inclinación que tiene la iglesia es lo que más preocupa a los vecinos. Entendemos que cada vez va a ir a más y lo único que puede ocurrir de aquí a un tiempo es que acabe cayéndose", ha señalado Rubén Palenzuela, miembro de la Asociación de Vecinos del Barrio Santa Fe. En 1979, tanto la iglesia como la entrada fueron declaradas Bien de Interés Cultural, pero aun así siguen corriendo el riesgo de caerse. Igual que el interior del monasterio, cerrado al público.

Narciso Samaniego, presidente de la Asociación de vecinos del Barrio Santa Fe, ha señalado que "la administración debe obligar y asumir la responsabilidad de hacer cumplir la ley". El Gobierno de Aragón ha protegido la zona con vallas, pero dice que el monasterio pertenece al Ayuntamiento de Zaragoza y que él es responsable de su conservación. Desde el consistorio no han querido atender a laSexta.

Los vecinos del barrio dicen que se sienten abandonados. "Cuando me asomo a la ventana pienso 'qué pena que esté así tan mal y que no lo solucionen", afirma una de las vecinas. La última restauración se hizo hace 36 años, mucho tiempo para esta joya que fue punto de encuentro de la corona aragonesa.