Miño lleva ya casi 20 años ahogándose en deudas. "Lo estamos viviendo fatal", cuenta una vecina. La razón: el Ayuntamiento de este pueblo de 5.000 habitantes intenta asumir una deuda de más de 22 millones de euros por una macrourbanización que a día de hoy sigue en obras, pero están paralizadas.
La llamaban 'Marina d'Or del norte', pero ahora no es más que un amasijo de hierros, casas a medio construir y calles sin terminar; una ruina turística a la que el Ayuntamiento destina cada año casi el 40% de los seis millones de euros de presupuesto municipal.
"Lo que queremos es que la deuda no siga creciendo, y es lo que queremos cortar", ha explicado el alcalde de Miño, Manuel V. Faraldo. Tras varias sentencias judiciales, se dictaminó que a los vecinos a los que se expropiaron sus terrenos se les debía cuatro veces más de lo que se les había dado en un primer momento.
En total, más de 15 millones de euros a los que se le sumaron los intereses desde que se ocuparon sus terrenos y los intereses por demora. El Ayuntamiento socialista de Miño ha acordado con los expropiados saldar la deuda en el primer trimestre de 2020. A cambio, ellos renuncian a los nuevos intereses de penalización.
Una deuda que viene del anterior mandato, del PP, y de la desaparecida Fadesa. El Ayuntamiento no exigió en su momento a la empresa un aval de 30 millones de euros previsto en el contrato. Tras la bancarrota de la promotora, la deuda cayó a cargo del municipio.
"El pueblo no tiene por qué aguantar la mala gestión que hagan unos señores en el Ayuntamiento y a los que no se les piden resposabilidades", denuncia otra vecina de Miño. El Concello pide ayuda a Xunta, al ministerio y a la diputación para asumir un sueño turístico que ha quedado reducido a un esqueleto de hormigón y un alud de sentencias judiciales.
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