Solía decir que "no es la muerte lo que da miedo; sino el sufrimiento" que a veces genera cuando llega. Por eso, durante años, Luis Montes fue un abanderado en la defensa a morir dignamente. "Necesitamos en este país una ley que garantice la muerte a petición y la muerte voluntaria", aseguraba el doctor.
Dicen quienes mejor le conocen que nunca buscó la notoriedad, pero, muy a su pesar, la actualidad lo lanzó a la primera línea mediática en 2005.
Fue acusado, junto a su equipo médico, de causar la muerte de 400 enfermos mediante sedaciones irregulares en el Hospital Severo Ochoa de Leganés, en Madrid.
El escándalo surgió tras una denuncia anónima. Sin informes ni pruebas, el entonces consejero de Sanidad de Madrid, durante el Gobierno de Esperanza Aguirre, lo apartó junto a su equipo.
"No tengo una conciencia ingenua. Sé lo que es enfrentarse al poder", sostenía Montes. Dos años después, el juez archivó el caso pero con matices y Montes recurrió. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid probó como falsas todas las acusaciones contra él y sus compañeros.
Firme defensor durante años de que los hospitales públicos asumieran los abortos, Montes se esforzó también por paralizar la privatización de la Sanidad pública. Como portavoz de la Asociación Derecho a Morir Dignamente desde 2009 se marcó otro objetivo principal: legalizar la eutanasia.
Poco ha cambiado desde el punto de vista legal, pero quienes compartían su lucha esperan que la semilla que Montes ha sembrado dé sus frutos para conseguir una sociedad más tolerante, más justa y más digna.