Ana Julia Quezada se presentaba al juicio por el asesinato del pequeño Gabriel con una imagen totalmente diferente, después de 18 meses en prisión preventiva.

Ya dentro de la sala, se echaba a llorar en varias ocasiones para mostrar su arrepentimiento por la muerte del menor. "Yo solo quería que se callara el niño. Yo no quería matar al niño", aseguró entre sollozos.

La asesina confesa del pequeño y única acusada por el crimen sostiene que todo fue un accidente. "Le puse la mano en el pecho y no respiraba y me quedé de pie bloqueada". Sin embargo, según un informe de la acusación, desde que dejó malherido al niño con una pala hasta que lo asfixió, pasaron unos 40 minutos.

Ella ha afirmado que quiso confesar lo que acababa de ocurrir en la finca de Rodalquilar, pero finalmente no se atrevió y tomó otra decisión. "Veo una pala y decido hacer un agujero", ha relatado en el juicio.

Durante 11 días, Ana Julia disimula, finge ante la familia y participa en la búsqueda de Gabriel. No era frialdad, según ella, que lo justifica así: "Me tomaba 4 y 5 pastillas diarias para poder calmar mi conciencia".

Pero la investigación da un giro cuando ella toma la decisión de plantar la camiseta del menor como un falso señuelo. "Yo puse la camiseta allí, porque yo quería que me encontraran, porque no podía más ya de aguantar ese secreto", ha afirmado esta semana ante el jurado popular.

Entonces se convierte en el objetivo número uno de los agentes, quienes en uno de los seguimientos vieron cómo movía el cuerpo de Gabriel. "Ahí vemos que saca algo que morfológicamente parecía un niño, una persona, y cómo lo mete en el maletero", ha explicado uno de los agentes en la Audiencia de Almería. Poco después de aquello, la detienen.

Según ella misma, el movimiento de trasladar el cadáver tenía una intención: "Dejar a Gabriel en el garaje, subir a casa, escribir dos cartas, una para ángel y otra para mi hija, y tomarme todo el medicamento y echarme en el sofá".

Sin embargo, esa versión no coincide con las grabaciones que le hicieron en el coche, en las que, según la Policía, se le oye decir: "¿No querían un pez? Pues les voy a dar un pez por mis cojones".

Y a pesar de rogar perdón durante el juicio, la acusación mantiene que, durante todo aquel tiempo, nunca mostró arrepentimiento. La Fiscalía pide para ella prisión permanente revisable.