La Diócesis de Cádiz expulsó el pasado 13 de diciembre a Miguel Ángel Ibarra, acusado de falsedad documental, por presuntamente haber engañado a los feligreses diciendo que era sacerdote.

Regresó a su país natal, Colombia, y ahora ha vuelto a la ciudad gaditana con decenas de documentos para demostrar que nunca ha mentido. "Estoy con la conciencia tranquila y delante de Dios, como siempre he hecho, sé que soy un sacerdote válido", ha declarado.

Alega que en 1998 fue nombrado sacerdote en Colombia pero que debido a un error administrativo no llegó a ser registrado en el archivo.

No obstante, en la rueda de prensa también ha querido promocionar su nuevo disco de rancheras, una profesión con la que ahora se gana la vida: "Tengo que subsistir de alguna manera de hecho por eso he venido a España". La última palabra la tiene el Vaticano y esto puede tardar años.