Han pasado ya 11 años desde que a Eugenia Olloquiegui le detectaron hospital leucemia. Tenía sólo tres años y estuvo un año y medio ingresada: "Teníamos ganas de jugar, pero, a veces, el tratamiento o las vías no te dejaban".
Ahora es voluntaria y este es el mensaje que quiere transmitir: "Se puede salir, se puede y se sale; no hay que tirar la toalla".
Arkaitz Seco tampoco tiró la toalla. "No puedes salir del hospital, se te cae el pelo, llegas a pesar 39 kilos", explica. Le han quedado algunas secuelas, no puede respirar por la nariz y tiene que hidratarse continuamente, pero hace dos meses le han dado el alta definitiva.
La sonrisa de María del Carmen Femenia es la de otra superviviente, con 15 años le detectaron una leucemia muy agresiva, dos años después le comunicaron que la enfermedad había desaparecido. "Tengo muchas ganas de vivir, he aprendido a valorar la familia y lo que realmente importa". Esa vivencia le ha llevado a querer estudiar derecho sanitario para poder ayudar a otros enfermos.
Primera declaración ante el juez
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El contexto Decenas de menores han recibido palizas por parte de jóvenes violentos de su misma edad que les obligan a ponerse de rodillas y recibir todo tipo de humillaciones.