Guadalest, en Alicante, es la zona cero, la puerta de entrada de la xylella fastidiosa a la Península Ibérica. Allí se detectaron los primeros almendros contagiados por una enfermedad sin remedio y que acaba con la vida del árbol.

"Mi hijo y yo veremos si lo reconstruimos aquello, o mis nietos", lamenta Vicente Ponsoda, propietario de la primera finca afectada. Vicente alertó a las autoridades sobre los síntomas que presentaban sus almendros. La colaboración de los agricultores es fundamental.

La Unión Europea exige la erradicación no solo de los ejemplares afectados sino de toda la vida vegetal en un radio de 100 metros. "Nuestro plan de contingencia que está basado en la decisión de la ejecución y que pasa por aplicar un plan de erradicación", explica Roger Llanes, director general de Agricultura de la Comunidad Valenciana.

Una medida que tiene a los agricultores de la zona en pie de guerra. En julio paralizaron en parte esos trabajos de erradicación. Exigen medidas menos drásticas."Si fuera la solución, sí, pero yo creo que esa no es la solución", ha relatado uno de los agricultores. "Para los que no están enfermos es una barbaridad arrancarlos", se ha quejado uno de los trabajadores del campo. "Más hablar y analizarlo que erradicarlo todo", ha expresado otro agricultor.

La reciente aparición de la xylella en Europa se produjo en Italia en 2013. Allí se han perdido 1,5 millones de olivos y otras especies leñosas. Después Córcega, sur de Francia, este de Alemania, y ya en España más de 250 casos en almendros, cerezos, vides y olivos en las Baleares. Ahora, Alicante.

"Es un problema de Estado, por lo tanto, hay que dedicar presupuesto porque probablemente otras comunidades autónomas pueden verse afectadas", reclama Ramón Mampel, secretario general de la Unió Llauradors. En algo coinciden los científicos, gestores políticos y sectores afectados: el momento de actuar es ahora.