El cazador que presuntamente mató a dos agentes forestales no tenía licencia para empuñar el arma porque había perdido la licencia en noviembre del año pasado. Estaba en trámites de renovarla, contaba con un informe médico favorable, pero la Guardia Civil aún no le había dado el visto bueno.

Cuando los agentes forestales le pidieron la documentación, el cazador, presuntamente, les descerrajó tres tiros en la cabeza. En Lleida se les recordaba con un minuto de silencio este lunes. "Han sido unos homicidios que no pueden volver a producirse pero evidentemente habrá que revisar los procedimientos que haya que revisar para vigilar siempre por la seguridad", apunta Ángel Ros, alcalde de Lleida.

Los agentes forestales se enfrentan a diario con amenazas y agresiones y para evitarlas, piden que sean los propietarios de los cotos los que hagan una criba antes de autorizar permisos. "Que sean el máximo de selectivos y que vengan cazadores profesionales, gente seria, gente responsable, que disfruten con su deporte y que nosotros podamos hacer las labores de inspección y vigilancia con las máximas garantías", exige Josep María Baiget, funcionario de agentes rurales.

Según algunos medios, el cazador reconoció haberlos matado aunque no recuerda cómo ni porque y por lo pronto, este martes pasará a disposición judicial.