El padre de Alfredo Suárez, Francisco, se encontraba en una residencia de Madrid, allí donde comenzó lo que la familia califica de "calvario". laSexta ha querido conocer su historia, que es la de muchos otros familiares que denuncian la gestión de las residencias en la región.

"El día 27 de marzo nos llama la doctora de la residencia y nos informa de que tiene fiebre, ciertos problemas respiratorios y algo de tos", explica. Su padre, de 82 años, tenía COVID-19.

Cuando los síntomas empeoraron, la residencia intentó derivarlo al hospital. "Nos dicen que no reúne las condiciones necesarias para ser trasladado debido a la situación de pandemia existente", relata el hijo.

Le denegaron el auxilio en varias ocasiones, mientras su salud empeoraba. Fue en la mañana del cuatro de abril cuando recibieron una llamada de la residencia, informando de que Francisco estaba "muy mal".

Permiso para una última despedida con una sola persona

Para poder despedirse de él, les permitieron que acudiese un familiar, y fue Alfredo quien acudió a la cita. "Le voy hablando de mis tíos, mis hermanos, que nos van mandando fotos, que están dando muchos ánimos, que tiene que salir a delante, cuando yo sé la realidad que mi padre va a fallecer", recuerda el joven.

Solo 20 minutos después de esa visita su padre falleció. Pero el calvario continuó cuando llamaron a la aseguradora para poder llevarse el cuerpo. "Nos decían que estaban saturados y que pasarían a recogerle cuando pudieron, pero pasaron los días", cuenta.

La residencia llamó hasta los bomberos y la UME para que pudiesen llevarse el cuerpo, y no fue hasta 76 horas después cuando lo consiguieron. Pero los problemas continuaron.

"La empresa de servicios funerarios nos dijo que naide podía ir a la cremación"

"El comercial de servicios funerarios de Madrid se pone en contacto con nosotros y nos dice que lo siente mucho pero que por orden interna de la empresa no podemos acudir a la cremación". Tras reclamarlo varias veces, pudieron acudir tres familiares.

Ahora, no quieren guerras o enfrentamientos, dice Alfredo, tan solo que se depuren responsabilidades, porque saben que no son la única familia a la que se les ha denegado "ese último derecho".

Quiere saber por qué a su padre, como a tantos otros ancianos, se les denegó el auxilio que merecían.