Durante 30 años, el capellán de Vilobí, Girona, abusó sexualmente de menores. Los casos no se denunciaron, pero fueron trasladados al obispado de Girona a partir de los años 70, aunque nadie tomó medidas al respecto, explica el diario Ara.

Ahora, algunas de sus víctimas cuentan su caso. El cura llegó a Vilobí en 1967, con una vitalidad que revolucionó el pueblo y que acercó a los jóvenes a la iglesia. Trajo novedades al pueblo: montó un campamento de verano, construyó un gimnasio junto a la iglesia y añadió un televisor a la casa rectoral donde reunía a gente de todas las edades.

El primer año comenzaron los abusos. Juan cuenta que Tomás abusó de él durante cuatro años, varias veces por semana. El sacerdote sentaba a los niños en su regazo para mirar la televisión y, aprovechando la oscuridad, dejaba caer la mano por su cintura. "No pude salir de allí hasta que me hice mayor", cuenta Juan.

José cuenta que en una excursión, mientras se duchaba, el sacerdote le tocó la zona genital. En una segunda ocasión abusó de él en el colegio. "No podía decir nada a mis padres, tenía miedo", cuenta. Las quejas se sucedían y el alcalde del municipio visitó el obispado en la década de los 70, en otra ocasión a principios de los 80 y a pesar de todo, el sacerdote siguió en Vilobí durante casi dos décadas más.