Aunque no existen cifras oficiales, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Chum Sounry, indicó que 857 de estas mujeres fueron repatriadas de China en 2015. Por su parte, el Gobierno chino reconoce 7.000 matrimonios entre chinos y camboyanas, aunque el subsecretario del comité camboyano de Lucha contra la Trata, Chou Bun Eng, aseguró en agosto al Cambodia Daily que solo 100 parejas se registraron antes de abandonar el país.

En el caso de Thavy, al menos otras dos personas pudieron mediar en su traslado a China, una mujer que la acompaño al llegar a Phnom Penh, y un hombre que indicó a la Policía de inmigración del aeropuerto que Thavy "era su cliente" para que la dejasen pasar. En el aeropuerto de Guangzhou, en el sureste de China, fue recibida por la hija de la vecina con la que emprendió un largo viaje en tren.

Fue tras llegar a la casa de esta mujer que Thavy supo que debía casarse con un hombre cuatro años más joven que ella. Al principio la familia política la trató bien pero su marido no la dejaba salir de casa para ir a trabajar como ella quería y cuando se quejó éste le aclaró sus intenciones. "Me dijo que me había comprado y traído de mi país y que quería que tuviese un hijo con él, que no quería que saliese a trabajar", asegura Thavy.

"Sentí frustración y, sin esperanza de convencer a mi marido para volver a casa, me quede embarazada", añade. A partir de ese momento, la camboyana explica que fue "una sirvienta más que un miembro de la familia", y que cuando dio a luz, la familia no se alegró ya que era una niña, y por lo tanto no podría mantener a la familia en el futuro.

Thavy vivió tres años sin poder salir de aquella casa y sin atreverse a contárselo a su familia, como ocurre con muchas de las víctimas a causa de la culpa y el miedo al estigma al regresar. "(Mi suegra) me dijo que pagó por mi 100.000 yuan (unos 13.500 euros) y que si le pagaba esa dinero de vuelta podría volver a Camboya", aseguró la mujer.

Tras sufrir un aborto de un segundo embarazo, Thavy se decidió a contar su situación a uno de sus hermanos, que amenazó con denunciar a la Policía camboyana a la vecina que había traficado a su hermana. En junio la familia china permitió a la camboyana volver a visitar a su familia a condición de que fuese solo durante dos semanas.

Thavy nunca regresó y la vecina que le recomendó viajar a China se enfrenta un proceso judicial, pero su hija no pudo viajar con ella. "Echo de menos a mi hija, una madre siempre echa de menos a su hija, pero decidí no volver", dice la camboyana.