El arzobispo maltés Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu,lo hicieron primero con las devotos católicos en la parroquia San Mateo, a 942 kilómetros al sur de Santiago, con el objetivo de acercar a la comunidad "a través del mensaje del papa".

La idea era intentar recomponer el clima de división que se originó en esa zona tras el nombramiento como obispo de Osorno, en 2015, de Juan Barros, acusado presuntamente de encubrir los abusos sexuales del influyente sacerdote Fernando Karadima.

"Nosotros estamos aquí para comunicar una cercanía especial del papa al pueblo amado de Osorno. Vamos a tener mucho diálogo y escuchar a los hermanos, lo que es muy importante para nosotros", afirmó Scicluna.

Tras el encuentro en la parroquia San Mateo, ambos religiosos se reunieron con la llamada "Agrupación Laicos y Laicas de Osorno". Esta hermandad se mostró siempre en desacuerdo con el nombramiento de Barros como obispo de esa ciudad.

El grupo llegaba portando globos negros a las misas que celebraba Barros, reuniones que terminaban en agrias discusiones y con una comunidad de fieles cada vez más dividida.

El portavoz del grupo, Mario Vargas, dijo esta noche a los periodistas que, con la salida de Barros de la diócesis de Osorno, "el duelo se ha terminado".

Los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y la impunidad en que se mantuvieron durante décadas han arrastrado a la Iglesia Católica chilena a la peor crisis de su historia, puesta en evidencia con la renuncia masiva de los miembros de la Conferencia Episcopal.