Primero, los porteros de una discoteca de Santander no dejaron entrar a un hombre. Este respondió atacando a los porteros, y acabó en el suelo.

Poco después volvió con otro hombre, vestido con chaleco antibalas, armado con una navaja de 20 centímetros de hoja y un bate de béisbol, y con intención de agredir a los responsables de la seguridad del local. Fue entonces cuando empezó la segunda batalla campal que terminó con dos detenidos.

A los hombres protagonistas de esta violenta pelea se les acusa de un delito de tentativa de homicidio.

Según indica la Policía Nacional, gracias a la actuación de los porteros que "consiguieron reducir" al hombre armado y a la "rápida y coordinada actuación" de todos los agentes desplazados al lugar, "se pudieron evitar males mayores".