¿Es usted feliz? ¿Qué cosas le aportan felicidad? Son preguntas con las que podríamos filosofar durante horas. Cada uno tiene sus prioridades y coloca en su receta de la vida lo que más le hace sonreír y sentir mejor.

En nuestro país, el Instituto Nacional de Estadísticaha analizado en una de sus encuestas sobre salud y calidad de vida acerca de nuestra felicidad. Los resultados son bastante positivos. Cuando nos preguntan, el 67,3% de los españoles respondemos que somos felices la mayor parte del tiempo: siempre o casi siempre. Solo dos de cada cien asegura que nunca es feliz.

El perfil del más feliz

Tras analizar el cómputo general, por sexo, edad y poder adquisitivo, el perfil del español más feliz es de un hombre menor de 29 años, con estudios y altos ingresos. La capacidad económica, según el estudio, parece influir en el camino hacia la felicidad.

Ellas son menos felices que ellos

Uno de los datos que destaca es que las mujeres dicen sentirse menos felices que los hombres en todos los tramos de edad. Uno de esos tramos abarca desde los 30 hasta los 44 años y, segúnla socióloga Isabel Mastrodoménico, se debe, en parte, "a todas las imposiciones sociales que hay sobre las mujeres de esa edad" que hacen frente a una conciliación más complicada en sus años de maternidad. Son precisamente ellas quienes dan una calificación de 5 sobre 10 a su tiempo libre.

La felicidad pasados los 65 años

También, entre quienes señalan sentirse no tan felices se encuentran las personas mayores de 65 años. Aunque, paradójicamente, son ellos quienes dan una mejor puntuación a su tiempo libre con más de un 7 sobre 10.

La explicación más lógica, según la socióloga Mastrodoménico puede encontrarse que las personas que superan a esa edad se enfrentan a importantes momentos de soledad: "por eso el tiempo libre quieren pasarlo con más gente y a esos momentos les dan una buena nota", apunta.

¿El trabajo da la felicidad?

La actividad personal es también un factor determinante. El podio de los más felices lo copan las personas con trabajo, le siguen los jubilados y más abajo se encuentran los parados. Un resultado, en definitiva, bastante coherente si atendemos a las necesidades económicas.

La fórmula de la felicidad es infinita y cada uno decide qué coloca en su ecuación.

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