Más de cinco años después de la muerte de su madre, Jim Stauffer ha recordado en una entrevista para el medio 'RT' cómo, tras donar el cuerpo de esta para la medicina, el Ejército de Estados Unidos compró el cadáver y lo utilizó para realizar un experimento con explosivos. "Supuestamente la ataron en una silla sobre algún tipo de aparato, y se produjo una detonación debajo de ella para obtener una idea básica de qué le sucede al cuerpo humano cuando un vehículo es atacado con un dispositivo explosivo improvisado", ha explicado el hombre.

Tras el fallecimiento de Doris Stauffer, su hijo decidió donar el cuerpo al Biological Resource Center (BRC), una compañía que se comprometió a destinarlo a investigaciones científicas bajo un acuerdo de que no sería empleado en ámbitos ajenos a la medicina o en pruebas no avaladas por su familia. Pero un tiempo después, se enteró, gracias a una investigación de 'Reuters', de que el cadáver había sido vendido al Ejército estadounidense por 5.893 dólares.

La agencia de comunicación había descubierto que los militares de EEUU, país en el que es legal comerciar con restos humanos para determinados usos, no corroboraban las afirmaciones del BRC sobre el consentimiento escrito para realizar ese tipo de pruebas. Jim Stauffer ha asegurado que firmaron documentos que excluían explícitamente experimentos médicos que involucrasen explosiones. "Nosotros marcamos la casilla de 'No' en todo eso", ha declarado.

Ahora, él, junto a otros 32 afectados por casos similares, ha decidido denunciar a la empresa que se encargó de los trámites y a su propietario, Stephen Gore, que en los próximos meses comparecerá ante la Justicia estadounidense.