La víctima había comunicado tiempo atrás a sus familiares que en el testamento les había dejado como herederos y, debido al extremo estado de salud de la perjudicada, éstos decidieron realizar un seguimiento de las cuentas bancarias.
Así detectaron que en los últimos años había movimientos exagerados de cantidades de dinero, que no correspondían con la vida que llevaba la enferma. La señora, debido a un estado de salud bastante delicado, además de ser invidente y dado que tenía que acudir al hospital tres veces por semana, había contratado hacía diez años a una mujer para que la asistiera en su domicilio dos horas diarias y la acompañara al banco y a las compras.
Los familiares comenzaron a sospechar de esta persona y decidieron guardar 3.000 euros en la caja fuerte del domicilio de los que unos días después faltaban 1.300. En ese momento, denunciaron a la trabajadora que ayudaba a su familiar, al sospechar que podía haber realizado una copia de la llave de la caja fuerte.
Cuando los agentes de Policía Nacional acudieron a detener a la sospechosa de hurto, ésta reconoció que durante los diez años que llevaba contratada en ese domicilio había estado sustrayendo pequeñas cantidades de dinero, de 10 a 50 euros diarios.
Según la detenida, lo hizo para pagar una serie de préstamos que había contraído por diferentes motivos en su país de origen. Los hechos fueron verificados por los investigadores, que localizaron dos locutorios desde donde enviaba el dinero, concretamente 7.400 euros solo durante 2017. Según el estudio de la documentación bancaria, la policía sospecha que la cantidad hurtada superaba ampliamente los 100.000 euros.
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