La sustancia cancerígena se encuentra en el recubrimiento de "un pequeño componente eléctrico" de los vagones al que, según explican desde Metro Madrid al diario 'El Mundo', los viajeros "no tienen acceso" y "no supone ningún peligro".
Metro no precisa cuántos vagones contienen actualmente elementos con amianto, aunque señala que la series afectadas está siendo renovadas de forma paulatina.
Desde la empresa argumentan que el uso de este componente se prohibió en 2003, si bien subrayan que según la normativa en vigor "no se tiene que quitar de las instalaciones en las que ya estaba siempre que esté en buenas condiciones de mantenimiento".