Guillermina padece Alzheimer desde hace 14 años. Su hija Astrid cuenta que hace ya siete que les dejó "en alma", aunque "su cuerpo sigue aquí": una resolución judicial la mantiene con vida y le niega los cuidados paliativos contra la voluntad de sus hijos, una situación que su hija califica de "ensañamiento terapéutico".

Así lo ha denunciado a través de un conmovedor hilo de Twitter en el que narra la intensa vida de su madre, que con 19 años se fue a trabajar a Inglaterra huyendo de la miseria de la posguerra. Después emigró a Suiza, donde estudiaba de noche. "La devolvió a España un marido, que amparado por las leyes vigentes en la época, amenazó con llevar a sus hijos, de corta edad, a la frontera española", prosigue el relato de su hija.

Pese a todo, cuenta, Guillermina Freniche logró convertirse en la una de las primeras mujeres empresarias de su época en Málaga y, posteriormente, trabajó en el Ayuntamiento de Torremolinos. Su hija la retrata como una mujer adelantada a su época, apasionada por la lectura y que hablaba tres idiomas: "Con su eterno Ducados humeante en la comisura de los labios, conducía un mini rojo cuando las mujeres no conducían. Se divorció cuando las mujeres no se divorciaban", enumera.

Sin embargo, la llegada "dolorosamente precoz" del Alzheimer "se encargó de ir borrando implacablemente sus recuerdos". "Hace 14 años que empezamos a sufrir, y 7 que nos dejó en alma", explica su hija. "Su cuerpo sigue aquí. Sigue aquí, dolorosamente torsionado y conectado a una sonda de alimentación que le ha colocado una jueza que nunca la conoció ni habló con ella", lamenta.

"Una jueza, un forense y un equipo médico, fanático y sectario, al servicio de una religión que ella, a pesar de respetar, no profesaba", agrega, "una resolución judicial, a instancias de la residencia a la que, mi hermano y yo, confiamos su cuidado, nos impide negarnos al ensañamiento terapéutico".

"Le niegan los cuidados paliativos porque su cerebro ha sido destruido por una enfermedad neurodegenerativa y no por un cáncer", denuncia Astrid, que recuerda las firmas presentadas el mes pasado en el Congreso para despenalizar la eutanasia.

"Un millón de firmas esperan en el Congreso de los Diputados a que nuestros votos procuren un gobierno que tenga el valor de abrir las cajas que las contienen y oír a todos los que pedimos una ley veraz de muerte digna, donde ninguna religión meta sus sucias manos", concluye Astrid.

Puedes ver su hilo completo de Twitter aquí: