Un año después de la muerte de José Luis en el año 2015, el grupo de amigos del fallecido comenzó a pensar que éste estaba vivo. El motivo es que la familia del fallecido no llegó a hacer velatorio y enterraron su cuerpo directamente en el cementerio de Calatayud, en Zaragoza.

Ante esta perturbadora hipótesis, uno de los amigos, Carlos L.P., decidió salir de dudas y comprobar si la muerte de José Luis era real.

Según informa El Heraldo de Aragón, en marzo de 2016 este individuo, que era dueño de una de las funerarias de Calatayud, se coló una noche en el cementerio de esta ciudad para comprobar si realmente era su amigo el que estaba allí enterrado.

Para ello rompió la lápida e hizo una serie de fotos que difundió al resto de sus amigos. Fue entonces cuando una de las amigas que recibió estas imágenes confesó semanas después a la familia del fallecido la verdad, quien creía que había sido el viento el causante de los daños a la tumba de José Luis.

La mujer reveló las fotos que le había enviado Carlos L.P. para demostrar que lo que decía era cierto. A partir de ese momento la familia del fallecido denunció los hechos y la Policía comprobó que las fotos que tenía la mujer se las había enviado el acusado.

El presunto autor de los hechos se enfrenta a un delito contra el respeto a los difuntos. Aunque, dado el retraso que sufrió la instrucción judicial, el acusado y la mujer que confesó el delito iniciaron una relación y tienen un hijo en común, a pesar de que ya no son pareja.

Esta circunstancia ha sido usada por la mujer para poder excusarse de testificar en el juicio y no ratificarse.

La Fiscalía pide una multa para el acusado y 6.000 euros de indemnización, dinero que la familia, en caso de que finalmente Carlos sea acusado, usaría para exhumar el cadáver del José Luis y comprobar que solo irrumpieron la sepultura.