Un ejemplo claro de alquiler de vergüenza es el de literas apiladas en un balcón de Ibiza por 50 euros la noche. En verano la mayor de las islas pitiusas se convierte es un cúmulo de alquileres cuestionables.
En otro anuncio se oferta una vivienda catalogada como casa rural que en realidad son cuatro maderas y cuatro palos puestos en mitad de la nada.
Las asociaciones de consumidores advierten de que no reúnen las condiciones de habitabilidad. "Si no se cumplen unas condiciones mínimas, no se puede producir este fenómeno lucrativo", afirma un portavoz de FACUA.
Sin embargo, insisten en que la responsabilidad también es del que lo pilla porque no es un engaño en sí ya que las fotos no mienten.
En Mallorca, la Agencia de Defensa del Territorio ha abierto un expediente al dueño de una lancha abandonada que alquilaba por 150 euros, así como un contenedor como dormitorio.