Un viernes a las 12 de la noche en Madrid más de un centenar de personas empiezan a vender su mercancía en plena ronda de Atocha. "Hay un montón de españoles e inmigrantes", " Españoles también hay y muchos", comentan varios comerciantes del mercadillo a un periodista.

Es un mercadillo clandestino donde se vende de todo: ollas, zapatillas de marca..., pero también hasta ordenadores por 15 euros. Entre tanta chatarra hay productos curiosos, hasta una fotografía particular de los reyes.

Los aledaños al Museo Reina Sofía se transforman en un zoco improvisado de productos variopintos. Un vendedor reconoce que hay quien vende móviles robados, aunque no se exponen en las mantas. Pero lo cierto es que muchos de ellos se ganan la vida honradamente como pueden. Reciclan productos que otros tiran a la basura y los venden para poder sobrevivir.

Cuando viene la policía, todos a correr. "No nos deja hacer nada para vender","Cuando viene nos vamos a otro sitio", dicen dos comerciantes del mercadillo. Y es lo que ocurre bien entrada la madrugada, la policía llega para identificar a un vendedor ambulante.

A la carrera muchos se dejan parte de la mercancía en las aceras, pero se mueven unas calles y vuelven a plantar su mercadillo. Acaba la jornada pero saben que el próximo fin de semana volverán a las calles de la capital bajo la oscuridad de la noche.