Cada vez es más patente en los CIEs, centros de internamientos extranjeros, que los abusos a los inmigrantes son más constantes. Para muchas organizaciones sociales es tipo centros son de reclusión, pero la falta de trasparencia en estos centros, se hace difícil el demostrar estas denuncias.

Parece que las denuncias de las ONG por este tipo de abusos han surtido algún efecto. Les han permitido colocar letrinas en cada habitación y han arreglado cámaras para vigilar zonas comunes, aunque estas pequeñas mejoras no han sido suficientes.

Muchos de las personas internadas en uno de los CIEs, suele ser por una falta administrativa, motivo que no debería convertirlos en criminales. Pero las condiciones de las prisiones en las que viven reflejan que se les trata como auténticos delincuentes.

Este otoño, la Unión Europea discutirá de nuevo sobre la directiva de retorno aprobada en 2008. Quizás para entonces Europa se haya convencido de que la existencia de estos centros de internamiento es un verdadero atentado contra los derechos humanos.