Entramos en la plaza de toros de Melilla, en la que actualmente viven más de 400 migrantes, y encontramos una lamentable situación en la que están al menos 90 de ellos. Su dormitorio es un pasillo de apenas dos metros de ancho en el que se amontonan las literas improvisadas con una distancia de seguridad inexistente y donde la suciedad y la ropa se amontonan en cada rincón.
Avanzamos y llegamos a lo que se supone es el comedor, situado en otro pasillo. Las ONG, que han podido verlo con sus propios ojos, aseguran que las condiciones son lamentables.
Así lo cuenta María Vieyra, abogada de servicio de Jesuitas a Migrantes Melilla, que afirma que cuentan con un sólo WC y con dos duchas para esas 90 personas. “El estado de los baños es lamentable, hay agua estancada, con cortes de agua frecuentes y un olor nauseabundo”, añade.
Algunos de ellos saltaron la valla el pasado 6 de abril y muchos son ahora solicitantes de asilo. Deberían estar en el CETI de Melilla, pero está completamente desbordado. Con capacidad para albergar a 782 personas, tiene ahora mismo casi 1.400. Con el inicio del estado de alarma, se paralizaron los traslados a otros centros de acogida de la península y apenas se han realizado dos desde entonces.
Por su parte, el gobierno de Melilla asegura que los migrantes que viven aquí son considerados como un núcleo familiar, por eso no hay distancia de seguridad y aseguran que cada día se limpian las instalaciones. Reconocen estar desbordados, necesitan que vuelvan los traslados a la Península y también se abran fronteras.
42 años de prisión
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En contexto En febrero de 2023, El Rubio, un pequeño pueblo de Sevilla, fue el escenario del primer asesinato machista de una menor de edad del año. La víctima se llamaba Elia, tenía 17 años, estaba embarazada y falleció después de recibir un disparo de escopeta en la cabeza. El autor confeso fue su novio, un joven de 22 años.