Angela Davis ha dedicado toda su vida al activismo para acabar con el racismo en EEUU. Nacida en la Alabama de la segregación se crio en la 'colonia dinamita', así la llamaban por el explosivo que usaba el Ku Klux Klan para volar las casas e iglesias de los negros.
Feminista y activista contra el racismo, fue miembro de los Panteras Negras y del Partido Comunista. Esa militancia le costó el puesto como profesora de la Universidad de California y le puso en el punto de mira del FBI. Pasó 18 meses en la cárcel por una acusación de la que acabó siendo absuelta.
Su encarcelamiento le convirtió en un icono. Casi 50 años después, Davis sigue con su lucha de género, raza y clase: "El feminismo, sin la dimensión antirracista y anticapitalista, apoya al racismo existente".
La lucha de las mujeres, está, dice, más viva que nunca. Recuerda que fueron ellas las primeras en hacer frente a Trump, incluida la propia Davis. Aunque prefiera no caer en su juego: "Es importante no responder a cada comentario indignante que haga Donald Trump".
Pero sí hacer frente a sus políticas racistas: "La cuestión de los migrantes en situación irregular está siendo utilizada por la administración Trump para generar un racismo que afecta a todas las personas de color". Porque su lucha, la de los migrantes y refugiados es, dice Davis, la lucha por los derechos civiles de nuestros días.