Fueron los grandes maestros del 'slapstick'. Es el término en inglés de lo que nosotros conocemos como 'golpe y porrazo'.

El Gordo y el Flaco lo profesionalizaron. Lo llevaron al cine, pero en nuestro día a día no nos hacen falta pantallas para reírnos.

Pero, ¿por qué nos hacen tanta gracia? Las caídas nos provocan una sonrisa porque el humor se basa, en gran medida, en la incongruencia, en la sorpresa. Y no hay nada más sorprendente que un buen porrazo cuando menos lo esperas.

Aquí también entra en juego la distancia. Nos reímos porque no conocemos a esa persona. Pero cuidado, no nos tachen de insensibles todavía.

Existe conflicto. Queremos reírnos pero no estamos del todo seguros de que debamos. Eso alimenta la carcajada aún más. Y si ya metemos en la ecuación a gente famosa: carcajada asegurada. Nadie se libra: políticos, artistas, ni siquiera la realeza.

Con los famosos nos reímos más porque verles caer nos iguala. Nos hace sentir que ellos son como nosotros e incluso, por qué no reconocerlo, por un instante, nos sentimos superiores.

La risa une, y está comprobado que nos reímos más cuando escuchamos a otro riéndose. Porque sí, así somos. Básicos, pero sin la risa la vida sería menos vida.