Cuatro mineros llevan casi tres semanas encerrados en el Pozo
Aurelio. Son Elías, Álvaro, Sócrates y Daniel. Sus compañeros les bajaban
comida hasta hace tres días cuando comenzaron una huelga de hambre. Sólo
saldrán si el Gobierno les ayuda ante el cierre de la minera.
A 200 metros de profundidad los mineros protestan por esas
ayudas a los trabajadores que todavía no han llegado. Andan todos los días siete
y diez kilómetros. Pero es una reivindicación arriesgada que, según sus
compañeros, tienen al Gobierno como el único culpable.
El teléfono era, hasta ahora, la única forma que tenían los
familiares para comunicarse con ellos. Cuando empezaron la huelga de hambre
bajaron e intentaron convencerles para que no lo hicieran.
Con más de 100 años de historia, ahora esta empresa se
subasta con 120 millones de euros para pagar sus deudas. No sólo estas
instalaciones también sus propiedades en toda la cuenca minera, que incluye
casas habitadas por gente.