Con un 'zabro', que sólo una persona como Rafa Castaño (o como Orestes Barbero) podía saber lo que era, este periodista sevillano se ha llevado el bote de 'Pasapalabra'. No solo "el" bote, sino que es, además, el mayor bote de la historia del programa de televisión: un total de 2.270.000 euros. Pero todo el dinero que una persona recibe, sea de la manera que sea, tiene asociado un impuesto, por lo que pocas veces se embolsa la cantidad íntegra del premio. Es lo que ocurre todos los años con sorteos tan seguidos por los españoles como los de la Lotería de Navidad, que aunque tienen una cuantía exenta (los primeros 20.000 euros), están sujetos a un gravamen especial del 20%.
El bote de 'Pasapalabra' realmente no se parece en nada al Gordo de la Lotería de Navidad: por un lado, el primer premio del sorteo navideño supone 400.000 euros por décimo, mientras que el bote va variando según avanza el programa; en este caso, hasta superar los 2,2 millones de euros. Por otro lado, el gravamen al que están sujetos los premios de las loterías son 'especiales', mientras que lo que se ingresa por haber ganado un concurso como 'Pasapalabra', a ojos de Hacienda, se considera un aumento de patrimonio, por lo que están sujetos a una retención de IRPF. En el IRPF hay un tramo estatal, que es el mismo para toda España, y otro autonómico, que se suma al anterior y que depende de cada comunidad autónoma.
Casi la mitad del premio, para Hacienda
En primer lugar hay que tener en cuenta que para hacer el cálculo total depende del resto de ingresos que Rafa Castaño tenga, dado que este premio se suma a los rendimientos de este año, tal y como explica a laSexta.com Carlos Cruzado, del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA). Eso sí, teniendo en cuenta que el premio es tan alto se puede hacer "un cálculo aproximado" que sería bastante próximo a la realidad. José María Mollinedo (GESTHA) explica, en la misma línea, que 'a priori' se puede hacer un cálculo aproximado al no conocer ni sus ingresos ordinarios ni tampoco los premios semanales. No hay que olvidar que Castaño ha sumado cerca de 200 programas en 'Pasapalabra'.
En el caso de Rafa Castaño, concretamente, al tener su residencia en Sevilla se le aplica la tarifa andaluza, por lo que la estimación se hace con la cuota estatal y la autonómica, que en el caso de Andalucía sería del 22,5% desde los 60.000 euros en adelante, tal y como está recogido en la escala publicada por la Junta andaluza. Como resultado, Hacienda retendría del gran premio de Castaño algo menos del 47%, en torno al 46,2% del premio, lo que supone más de un millón de euros para las arcas del Estado.
Orestes habría pagado menos impuestos
El cálculo de GESTHA coincide, aproximadamente, con el que hacen los expertos de TaxDown: al ganador del bote le quitarán, por un lado, un "24,05% de la escala estatal y, por otro, un 22,5% por la autonómica", lo que implica una retención de cerca del 47%. Como consecuencia, la Agencia Tributaria estatal recaudaría cerca de 550.000 euros y la Hacienda autonómica andaluza, algo más de medio millón, por lo que al concursante le quedaría un premio neto de algo más de 1,2 millones de euros. "Si hubiese ganado Orestes Barbero, al ser residente en Burgos, este porcentaje bajaría hasta el 46%", por lo que pagaría cerca de 20.000 euros menos en impuestos, según los cálculos de TaxDown.
Es importante tener en cuenta que los tramos del IRPF no son estancos, sino progresivos: se aplican diferentes porcentajes en función de los tramos que correspondan a cada caso. Según TaxDown hay que tener en cuenta tres aspectos: "la cuantía del premio, los ingresos y la comunidad autónoma en la que resida el contribuyente, ya que esta última hará que también varíe el tipo aplicable". Si bien el primer y el segundo punto están claros, no se puede hacer un cálculo concreto porque también depende de los ingresos que haya tenido Rafa Castaño a lo largo del año.
En el 20% de los casos
¿Hay errores en las etiquetas de los precios? La OCU advierte de fallos en su muestra en supermercados
¿Por qué es importante? Pese a que la ley obliga a mostrar las etiquetas del precio en supermercados de una manera clara, sigue habiendo establecimientos que no respetan el estándar establecido.