Habla una chica que fue violada durante tres años ininterrumpidamente y siempre optaba por lo mismo: sobrevivir. "Tienes que someterte, porque si no, no sabes lo que va a pasar. Cuando la gente se defiende le pasa como a Diana Quer, acabas violada y muerta", afirma.
Comprende perfectamente a la víctima de La Manada y entiende por qué, como le ocurría a ella, se quedó en estado de shock: "Se te pasa como una película súper lenta que quieres que termine. Lo que quieres es que ese infierno acabe cuanto antes".
El agresor era su pareja. No denunció en su momento y explica que empatiza con la víctima del caso de la Manada: "La entiendo porque yo pasé muchos meses sometida".
Ella no quiere ni imaginarse una violación por parte de cinco personas, lo que piensa que "tuvo que ser un infierno que debió de hacerse eterno".
Un infierno en el que tanto ella como la víctima de la Manada se quedaron inmóviles, algo común entre las víctimas de violaciones como cuenta la psicóloga de CAVAS Sonia Lamas Milán: "Su cuerpo se para, de forma que pueda pasar cuanto antes y que el dolor no se perciba. Es un mecanismo de defensa igual que en cualquier situación traumática".
Cinco años han pasado de su tortura, pero ahora prefiere no quedarse quieta y contarlo para que otras tomen conciencia.