El próximo domingo 25 de octubre se volverá a cambiar la hora en los relojes de España: a las 3:00 volverán a ser las 2:00, una hora menos para las Islas Canarias, donde a las dos volverá a ser la una. Los motivos de esta modificación, que se impulsó por primera vez en España en 1918, responden al ahorro energético y al mejor aprovechamiento de la luz.
Sin embargo, en los últimos años se ha puesto en duda que se produzca un ahorro rentable. Una de las entidades que ha apoyado esta postura es el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE).
Según expresó este organismo en declaraciones recogidas por EFE en marzo de 2019, actualmente no existen datos actualizados para demostrar un ahorro energético. Las últimas estimaciones que reconoce el IDAE datan de 2015, cuando un informe estimó un ahorro en iluminación de 300 millones de euros. Sin embargo, la entidad manifiesta que las nuevas exigencias de eficiencia energética en el alumbrado, en los sistemas de climatización y en los propios edificios han alterado significativamente los análisis que antes se utilizaban para calcular estos ahorros.
De todos modos, desde la entidad experta advierten que el porcentaje de ahorro puede ser "poco significativo" y depende de factores como la climatología o el lugar geográfico. En otras palabras, puede haber regiones donde se consuma más energía y en otras zonas donde se consuma menos. Además esto puede variar de un año a otro si la climatología ha cambiado.
Este mismo punto de vista lo comparte el Ministerio de Transición ecológica, quien señaló en 2019 que no había ninguna certeza de que el ahorro energético se produjera en todos los estados miembros de la Unión Europea. Esta misma entidad señaló que se podría registrar un ahorro en iluminación pero no en calefacción y que, al igual que defiende el IDAE, los resultados estarían determinados por factores como la meteorología y geografía de cada lugar y el comportamiento de los usuarios.
Escasez de carbón: el motivo que impulsó el cambio de hora por primera vez
A principios del siglo XX eran malos tiempos para España. A pesar de que nuestro país se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, no se libró de las consecuencias de la gran masacre. Entre ellas, España sufrió una escasez de carbón. Para hacer frente a este problema, se instauró por primera vez el cambio de hora, según explica el Instituto Geográfico Nacional.
Con esta modificación, el gobierno español también pretendía armonizar su horario con el de los países vecinos, que ya habían realizado este cambio de hora años antes. En el caso de Alemania y del gobierno austro-húngaro fueron los primeros en llevarlo a cabo, en abril de 1916, con el objetivo de ahorrar carbón para calefacción y luz y de mantener las fábricas abiertas durante una hora más, desde la primavera hasta septiembre u octubre.
La iniciativa se trasladó rápidamente a otros países y en mayo se unieron a la modificación Holanda y Reino Unido. Por su parte, Francia y Portugal lo hicieron al mes siguiente. Tres años más tarde, en marzo de 1919, el Congreso de Estados Unidos estableció distintos husos horarios, según recoge la BBC.