Hassan ha estado encerrado dos días en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche, en Madrid. Una estancia corta que recordará de por vida. Todavía son visibles en su cuello las huellas de su paso por el centro.

Este marroquí de 28 años tiene la documentación en regla, pero no llevarla encima en el momento de la identificación bastó para que la policía lo enviara directo a esta comisaría gigante en la que se han convertido los CIE.

Jamal sólo ha pasado una noche en Aluche. Suficiente para comprobar las duras condiciones en las que viven los internos.

Ellos apenas pasaron unas horas ahí dentro, pero algunos inmigrantes llegan a estar hasta dos meses encerrados. 60 días de angustia, sufiendo malos tratos policiales, precariedad y racismo, según denuncia la ONG Pueblos Unidos: "Las condiciones son peores que las de una prisión". Unas condiciones inhumanas que también denuncian los propios sindicatos policiales: "Hay que invertir en reformar estos centros".

Jamal y Hassan son sólo dos de los mil inmigrantes que cada mes pasan por los CIE bajo la amenaza de ser deportados a sus países de origen. Son el reflejo de lo que sucede de puertas para adentro.