Las víctimas tinerfeñas contrataron un "masaje de autor" durante un retiro espiritual en el verano de 2015 en el balneario de la provincia de Zamora que regentaba el ahora condenado, A.A.M., que deberá indemnizar con 3.000 euros a cada una de ellas, según la sentencia, contra la que cabe interponer recurso.
El fallo judicial inhabilita a A.A.M. para ejercer como masajista durante el tiempo de la condena y le prohíbe acercarse a menos de 500 metros y comunicarse con las víctimas durante un periodo de seis años.
La sentencia, contra la que se puede recurrir en casación ante el Tribunal Supremo, considera probado que el acusado abusó de las dos mujeres al introducirles los dedos en la vagina durante el masaje y en uno de los casos también el pene.
Los cuatro años de prisión por cada caso, frente a los cinco que pedía tanto la fiscalía como la acusación particular, es la pena de menor grado para ese tipo de delitos, algo que la Audiencia Provincial de Zamora ha establecido "atendiendo a las circunstancias personales" del condenado y "la menor gravedad del hecho".
Para el masaje, el hombre utilizó un cuchillo de hueso que puso sobre la cabeza y el cuello de las víctimas, a las que el miedo, el estado de nerviosismo y de bloqueo mental, les impidió reaccionar cuando sufrieron los abusos.
El tribunal ha aludido a la verosimilitud de los testimonios de las víctimas, a las que el masajista en ningún momento informó del contenido sexual del masaje. Los magistrados encargados de juzgar el caso también han hecho referencia a la "finalidad lasciva" del acusado, que se "extralimitó" en su función como masajista. Los hechos fueron juzgados a finales de noviembre y principios de diciembre en la Audiencia Provincial de Zamora, en un juicio en el que declararon una veintena de testigos.
Las víctimas, que no se conocían previamente entre sí, contrataron la lectura de una carta astral y los masajes denominados "de la diosa" durante un retiro espiritual que realizaron al balneario en el que tuvo lugar el suceso a principios de agosto del año 2015.
Las mujeres inicialmente no formularon denuncia, aunque sí le contaron lo ocurrido a otros compañeros del retiro y fue al regresar a Canarias cuando una de ellas denunció los hechos y posteriormente la otra, cuando la Guardia Civil le tomaba declaración como testigo, confesó que a ella le había ocurrido lo mismo.
Primera declaración ante el juez
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