Samuel Mullet, líder de la comunidad amish, está condenado a 15 años de prisión por cortar, como castigo, el pelo y la barba a algunos de sus fieles. Armados con tijeras y maquinillas eléctricas afeitaron a 9 correligionarios. Pero la barba es sagrada para los amish, así que entre los cargos se incluye el de odio religioso.

Prisión a la que también irán tres de sus hijos y otros 12 de sus seguidores, aunque con penas mucho menores, porque el juez de Cleveland ha considerado que es sólo Mullet el autor intelectual del supuesto ataque.

Según la investigación, todo comenzó por una disputa entre miembros de la misma comunidad que dirige Mullet. Varias familias denunciaron al obispo por imponer castigos contra los fieles que no cumplían sus normas, unos castigos que le han salido demasiado caros.