En España hay gran preocupación sobre el medio ambiente. Un 80% está muy o bastante preocupado por el cambio climático frente al 15% que esta poco o nada preocupado, según el CIS. Italia, Grecia y Franca también tiene índices de preocupación en torno al 80%. Las marcas son conscientes de ello y quieren captar a ese consumidor. Por eso utilizan envases color verde, con gotas de agua o distintivos inventados para que parezca un producto ecológico cuando no lo es. La OCU alerta del ecopostureo o green washing, una práctica muy común en la cosmética.

Andreu Escrivà, autor de 'Contra la sostenibilidad', asegura que, a veces, lo ecológico se queda en la etiqueta. O en el mensaje. "Se anuncian con bio, eco, orgánico, cuida el planeta...", señala el experto. Hay quien opta por ese "99% natural", añade la gerente de 'Centromen', María Villaamil. También utilizan su imagen gráfica para confundir, utilizando colores verdes o azul claro. En resumen, todo lo que parezca muy natural. Cuando no lo es.

Para que un producto cosmético sea ecológico no debe llevar ingredientes sintéticos y cuidar la tierra en la que se está produciendo ese ingrediente activo, explica la gerente. De ahí que revisar y entender las etiquetas sea fundamental para detectar el llamado ecopostureo. "Se añade un 1% de un producto natural, pero eso no significa que el producto en su totalidad sea sostenible", insiste Escrivà.

Este lavado de imagen hace que pasemos por alto componentes que son tóxicos para nuestra piel. "Aunque lo pongan en cantidades ínfimas, tiene un efecto acumulativo y cóctel", advierte Villaamil. De ahí la necesidad de contar con herramientas par saber interpretar si un producto es verde o no. "Y de regulación de la publicidad para no tener que estar todo el rato pensando si estamos comprando lo correcto", añade el escritor. Porque el verde no siempre huele a naturaleza