A María José le llamaron por teléfono para contarle que su hijo Iván había sido atropellado. "Solo preguntaba: ¿Pero se ha muerto mi hijo? Pero a la vez yo no escuchaba lo que me decían los servicios de urgencia", cuenta.

De eso han pasado dos años, pero aún resuena esa llamada. Una comunicación telefónica que, asegura, ha empeorado su duelo. "Yo no estoy ni mucho menos recuperada ni me voy a recuperar nunca porque perder a un hijo es la experiencia más dolorosa que un ser humano puede tener y más de esta manera tan trágica", relata.

La asociación 'Stop Accidentes' recibe a diario testimonios como el de María José. Su vicepresidente, Fernando Muñoz, afirma que el problema es que las víctimas son "individuales, desparramadas por el mundo".

"Cuando hay un accidente grande hay muchos psicólogos, mucha gente que está encima de las víctimas para ayudar, como debe ser. Pero en nuestro caso recibes una llamada. En mi caso recibí una llamada de la Guardia Civil diciendo que mi hijo había fallecido y ahí te quedas", declara.

Por eso, la formación psicosocial de policías, guardias civiles y sanitarios es fundamental. El SAMUR-Protección Civil ofrece formación a sus voluntarios en este tipo de avisos. Laura Martos, psicóloga de SAMUR-Protección Civil, afirma que "la información que se proporciona en este tipo de actuaciones, en la comunicación de malas noticias, ha de ser una comunicación paulatina". "Hay que ir viendo cómo la persona va asimilando este tipo de información y qué reacciones tiene", añade.

Es importante comunicar la noticia en persona, dentro de casa, sentar a los familiares, pero lo más importante es tener empatía. "Cuando sabemos lo que tenemos que hacer no solo es bueno para el paciente sino también para nosotros mismos como intervinientes", explica Diana Pastor, jefa de la formación psicosocial SAMUR-Protección Civil. No son ajenos al dolor. Por este motivo, llevan a cabo programas de autocuidado para el personal de emergencias ya que ellos, al fin y al cabo, también son personas.