Aunque parezca difícil de ver, producir un kilo de plátanos de Canarias emite menos dióxido de carbono (CO2) que sentarse frente a la pantalla del ordenador y hacer una rápida búsqueda en internet. Incluso, este kilo de fruta tiene un menor impacto climático que tomarse un café con leche.

En concreto, un kilo de plátanos emite solo 200 gramos de CO2, en tanto que un café tiene una huella de carbono de 235g. ¿Y esto por qué es así? Porque el café tiene que venir de más lejos.

"La cercanía de Canarias con la Península comparada con los países productores de banana que tienen que atravesar el Atlántico contribuye a que tengamos una menor huella de carbono", explica Esther Domínguez, la responsable del departamento técnico de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (ASPROCAN).

Esta organización hace el cálculo con las emisiones que se producen en todas las fases: desde los fertilizantes en las fincas donde se produce el plátano hasta la gasolina de los camiones que los transportan.

Además, la cercanía de la Península también favorece la rapidez: desde que se recolecta hasta que se transporta pasa apenas una semana. Esa reducción de tiempo repercute en una disminución de la contaminación porque hay menos transporte y gastos en cámaras frigoríficas.