El padre de José María se pasó el confinamiento solo en su casa de Madrid para prevenir un posible contagio. Cuando sus hijos regresaron a su vivienda, encontraron en el armario de su habitación varias colecciones de enciclopedias y todo tipo de productos que, aparentemente, su padre no necesitaba para nada. "Por ejemplo, tenía cinco aparatos de ozono para limpiar el aire. Cada comercial le había vendido uno", nos explica José María.

Comerciales de diferentes empresas habían convencido a su padre de 79 años para firmar hasta doce of contratos de compra. Le prometían cómodos plazos y regalos. Pero, finalmente, todo lo tenía que pagar y a precios, dicen, desorbitados. Muchos de estos contratos se aproximan o incluso superan los 5.000 euros. Ninguno de estos comerciales, según José María, tenían en cuenta el principio de demencia de su padre, o quizás sí... "Él no se acuerda ni de quién venía. A lo mejor el comercial le decía que era el que había venido dos días antes y realmente era otra persona", detalla José María. También indica que, por lo que ha podido averiguar, muchos de estos comerciales se pasaban listas de personas a las que les habían colocado un producto "usando técnicas muy agresivas, hasta que mi padre no firmaba, no se iban de casa", añade.

Con todos estos contratos, el padre de José María ha generado una deuda de 70.000 euros. "Mi padre es médico y tenía una buena pensión. Pero con esta deuda se la embargaron. Le salía en negativo. Yo he tenido que rehipotecar mi casa para ayudarle a pagar", manifiesta este madrileño. Su padre tiene demencia pero la sensación que se le ha quedado tras lo ocurrido no se le olvida. "Me siento una porquería", nos dice este señor cabizbajo.

No obstante, sus hijos no se han achicado y han comenzado a denunciar, por vía civil, a las empresas implicadas, contrato por contrato. "De momento, antes de llegar a juicio, las empresas han querido llegar a acuerdos con nosotros y nos han devuelto el dinero. Hemos recuperado unos 7.000 euros. Estamos viendo algo de luz. Eso sí, cuando nos pagan, ninguna de ellas reclama los productos, les dan igual", sentencia José María.

En el caso de la madre de Francisco, de 78 años, le vendieron tres enciclopedias diferentes. Reside en un pequeño pueblo de Cantabria, en una zona rural. Denuncian que los comerciales que le "colocaron" estas colecciones estaban relacionados con asesores legales que le ofrecían, días más tarde, ayudarla a negarse a pagar las deudas contraídas. O con financieras para afrontar los pagos. En total, contrajo una deuda de 18.000 euros. "De hecho, la misma persona es la que viene, vende la colección, te asesora jurídicamente para que no tengas que asumir ese pago y luego te coloca el crédito de la financiera", enumera Francisco.

La Guardia Civil ha desmantelado redes criminales especializadas en estafar a colectivos vulnerables (personas de avanzada edad, dependientes y en situación de discapacidad) a través de la supuesta venta de enciclopedias. En esta operación, denominada Abanterum, detuvieron a 21 personas que estafaron a alrededor de 600 personas por toda la geografía española. Y se hicieron con un botín de más de un millón y medio de euros. "Compraban paquetes de datos en el mercado negro. Se enteraban de gente que en el pasado había comprado una colección de enciclopedias y les informaban de que, en su contrato, se habían comprometido a adquirir los siguientes volúmenes", indica Miguel Ángel Sáez, portavoz de la Guardia Civil en La Rioja.

Desde que se desarrolló esta operación, la Guardia Civil ha recibido más llamadas alertando de casos muy similares.