Él se mantiene desafiante: "Todo el mundo va a seguir obteniendo estos archivos. Voy a continuar vendiéndolos". Es Cody Wilson, el creador de la primera pistola impresa en 3D. Un juez le ha prohibido colgar los planos de sus armas de fuego en la red, pero ha encontrado la manera de seguir difundiendo su creaciones legalmente: enviarlas de manera directa vía email y USB a los clientes por le módico precio de "la voluntad".
Fue en 2013 cuando este 'ciberanarquista' demostró que podía romper las barreras de acceso a las armas de fuego fabricando la 'Liberator', la primera pistola hecha con una impresora 3D. Desde su organización, 'Defense Distributed', facilitó los planos para producir pistolas caseras, entre ellas, la semiautomática 'AR-15', prohibida en varios estados.
"Cody Wilson plantea una pregunta interesante sobre si lo que está haciendo es simplemente compartiendo información, por lo que estaría protegido por la primera enmienda, o si está involucrado con la producción de armas", afirma el catedrático Timothy D. Lytton.
La Administración Obama impidió la publicación de sus manuales. Lo consideraba un acto de exportación de armas sin licencia. Ahora el único requisito para vender los códigos es que sea en Estados Unidos y a ciudadanos de este país sin necesidad de verificación de antecedentes, ni chequeos médicos. Aunque mortíferas, su desarrollo aún es precario.
"En el 90% de los casos las armas terminan estallando y no tienen un segundo uso", señala Dabid Hernández, gerente de 'Sueña e imprime 3D'.
Este caso abre la puerta a la producción casera e indiscriminada de armas de fuego, que el año pasado mataron en Estados Unidos a casi 16.000 personas.