Una carretera de ocho carriles con un flujo de 150.000 vehículos diarios. Estas son las vistas de Paco cuando abre la ventana de su casa, una realidad con la que malviven vecinos y comerciantes de Campamento y Batán, en Madrid.

Paco denuncia "el ruido y la porquería que se acumula" allí "todos los días", que estropea sus ventanas y frustra su descanso. "Dormir es criminal", lamenta este vecino. Entre su ventana y la carretera apenas median unos pasos: concretamente, poco más de dos metros entre la vía y la fachada, según las mediciones que laSexta ha podido realizar en el lugar.

Al otro lado de la carretera, la distancia entre autovía y viviendas es incluso menor: no llega a los 130 centímetros. Justo allí vive Miguel, a quien tanta polución le genera problemas respiratorios. "Tengo algo en los bronquios y entonces, claro, la contaminación que hay se nota", explica.

Las asociaciones de vecinos se manifestarán este domingo para reclamar su soterramiento, que el alcalde, José Luis Martínez-Almeida les prometió en su programa electoral. El Ayuntamiento, sin embargo, afirma que la obra depende de un plan del Ministerio.

Pero los habitantes de esa zona de Madrid no son los únicos que sufren una situación similar: también han reclamado el soterramiento los vecinos que viven pegados al 'scalextric' del municipio de Arteixo, en A Coruña. Allí, se conforman con que al menos les instalen mamparas. "Coches y piedra, una muralla de piedra es lo que tenemos", lamenta una vecina.

En Barcelona, la cercanía a un colegio del carrer Aragó, una auténtica autopista urbana, tiene preocupados a los padres: "Que la atraviesen estos niños sin un radar es un peligro", denuncia Patricia Alberola, presidenta de la Asociación de Familias de la Escola Els Llorers. "Hemos tenido algún susto que otro", incide. Por ahora, el Ayuntamiento ha instalado un carril bus y un carril bici para disminuir el tráfico, pero la afluencia no acaba de frenarse.