Una heladería de Florencia (Italia) pidió 25 euros por un helado a un turista taiwanés y escondió la carta de precios para llevar a cabo su estafa. Cobrar cifras desorbitadas aprovechándose del desconocimiento de turistas de otros continentes se ha convertido en algo común en algunas ciudades turísticas.
El turista terminó pagando su helado, pero al quejarse por el precio, la respuesta del dependiente fue que "eran caros porque eran muy sabrosos". Al ver lo sucedido, el guía de los turistas llamó a la Policía.
Cuando llegaron, los oficiales descubrieron que la heladería había ocultado su lista de precios detrás del mostrador y les puso una multa de 2.000 euros.
El oficial de policía Elio Covino explicó los hechos al diario 'La Repubblica': "Ocultar los precios es muy común y crea una mala impresión en todo el mundo, dado que los turistas son las principales víctimas".
Los casos en los que los turistas se quejan de los precios desorbitados en los sitios turísticos de las ciudades europeas se amontonan. Un cliente furioso se quejó en verano porque en Caffe Lavena en la Plaza de San Marcos (Venecia) le entregaron una cuenta de 43 euros por dos cafés y dos botellas de agua.
En enero de 2017, otro local de Venecia cobró 1.100 euros por cuatro filetes de carne y un pescado. Los indignados comensales japoneses, estudiantes de la Universidad de Bolonia, dijeron que solo habían acompañado su comida con una botella de agua.