Claude llegó a España en patera, atravesando el Estrecho. "Una vez que la Cruz Roja nos saca del agua, nos deja libres después de unos días. Y ahora todo vuelve. No tenemos dónde ir ni dónde dormir", cuenta. Ha tenido que dormir en la calle hasta llegar a una parroquia madrileña donde está acogido temporalmente junto a otros migrantes.

Polio también se vio obligado a abandonar Camerún hace dos semanas. Desde entonces, todos sus días, nos cuenta, son exactamente iguales: "Voy a hacer lo mismo que hice ayer: quedarme aquí y esperar".

De ellos y del resto de migrantes que llegan hasta a este lugar se encarga Javier, el párroco, que afirma que "lo primero que urge es acogerlos, que descansen, que se rehagan un poco para así poder imaginar un poco el futuro".

Cruz roja es la primera en atenderles a su llegada. Les ofrecen medios de transporte para llegar a ciudades donde los migrantes aseguran tener contactos. Pero al llegar allí, muchos se quedan solos. Cruz Roja, por su parte, asegura estar desbordada.

Por eso, desde la parroquia, Javier pide al Ayuntamiento de Madrid más espacios de acogida: "Estamos en época estival, no es horario lectivo, digo yo que en Madrid habrá algún colegio propiedad del Ayuntamiento que se pudiera habilitar", cuenta Javier.

Desde el Ayuntamiento madrileño aseguran que todas las plazas destinadas a este fin junto con las que se han habilitado en otros centros están ocupadas.

"He atravesado el desierto. Mucha gente ha muerto delante de mí. Yo he tenido suerte. Por el Mediterráneo, mucha gente se ha quedado", cuenta Claude.