Estaban animando como otros tantos. Pasarían por un grupo de hinchas iraníes cualquiera, salvo porque se exponen al arresto y hasta un año de cárcel. La razón: son mujeres aficionadas al fútbol, como Zahra o Farnaz, capaces de todo por ver a su Persépolis ganar la liga.
La Ley les prohíbe asistir a "juegos de hombres", salvo el atletismo, cosas de la Revolución Islámica. En ese mismo estadio, llamado, paradójicamente, 'libertad' en persa, hasta 35 jóvenes fueron detenidas ante la inacción cómplice del presidente de la FIFA.
Actualmente, cada vez más mujeres iraníes desafían la retrógrada Ley Islámica, aunque tenga que ser disfrazadas y esquivando a los guardas. Ahora, con el Mundial de Rusia en ciernes, y ante el gran revuelo social, Teherán promete, sin concretar, mitigar esta flagrante discriminación.