Las autoridades chinas ejecutaron a Jia Jinglong, un campesino del norte cuyo caso ha movilizado a muchos sectores de la sociedad del país contra la pena de muerte.
El Tribunal Municipal Intermedio de la ciudad de Shijiazhuang ejecutó la orden dictada por el Supremo y Jia, de 29 años, falleció poco después de reunirse por última vez con sus familiares.
El campesino fue condenado por homicidio intencionado tras matar al alcalde de su municipio con una pistola de clavos modificada, después de que éste ordenara la demolición de su vivienda de manera forzosa.
Jia había estado renovando cada detalle de la vivienda para comenzar una vida allí con su futura esposa, con la que se iba a casar 18 días después de que ocurriera la demolición.
Un grupo de obreros apareció en su casa y comenzó a tirarla abajo mientras él estaba dentro, a lo que Jia opuso resistencia y acabó siendo agredido sin poder evitar que el inmueble terminara hecho escombros con todo lo que tenía dentro.
Tras lo ocurrido, el campesino inició el proceso para pedir una compensación, pero éste acabó dos años después sin haber conseguido nada que considerara justo y sin esposa, que le dejó tras el incidente, por lo que decidió modificar una pistola de clavos y matar al alcalde.
Otro gasto más
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