Los alumnos de infantil y primaria de un centro de Santiago de Compostela comen en la escuela de Formación Profesional que tienen al lado. Sus vecinos estudian cocina y hostelería, así que tienen pan recién hecho cada día y hasta camareros que hacen practicas. Un acuerdo perfecto entre ambos centros y la Ascociaciones de padres.
Sin comedor, ni ayudas para contar con él, los pequeños pagan 5,30 euros por el servicio entre comida, monitores y actividades. Los padres llegaron a este acuerdo para optimizar recursos ante la falta de un comedor público en el centro.
Iñaki López, alumno de Dirección de Servicios Hosteleros, afirma que los niños "son unos clientes fantásticos, realmente no tienes problema ninguno, se lo comen todo, vienen todos los días".
Manuel López, profesor de servicios hosteleros, dice que "los niños son inquietos, hay que darles de comer rápido, es también lo que enseñamos, psicología sobre el tipo de cliente que recibimos". Porque la edad no siempre va pareja con el nivel de exigencia.
Doris Iglesias, alumna de cocina: "Tiene que ir todo muy bien cortado, muy bien preparado, es como si estuviéramos en una cocina de verdad". Servicio de calidad y comida de primera, aunque siempre hay quien tiene otras prioridades.
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